sábado, 28 de diciembre de 2013

Actividad Bloque 2

Había una vez hace muchos, muchos , muchos años, en época de guerra ,en un lejano país, un rey y una reina al que todo el reino amaba. Tal era la belleza de ambos que ninguno de este mundo podía igualarse a ella. La reina tenía el pelo tan dorado como el sol, con unos ojos azules cristalinos y la sonrisa más envidiable que os podáis imaginar, el rey en cambio, tenía un pelo oscuro como el carbón con una barba larga y frondosa  y con unos ojos verdes pardos. Lo único que le faltaba al reino es un hijo varón que pudiese dirigir la guerra a la victoria tras la muerte de su padre.  
Tras varios meses intentándolo, la reina se quedó embarazada de un chico. Los reyes respondieron a esta noticia con una grata alegría y entusiasmo, pero detrás de esta noticia había una amarga realidad. La guerra cada vez era más intensa y el rey tuvo que partir a la batalla ya que no podía desatender los asuntos de un rey.
Pasaron los años y la guerra no cesaba, la reina había tenido que cuidar sola al niño en el palacio, enseñarle modales, costumbres, comportamiento…etc. Cuando el niño cumplió diez años escucho por primera vez la vuelta de caballeros a palacio y con ello la vuelta de su padre.
Transcurrieron unos meses y un trágico accidente hizo que la reina falleciera, desde entonces el padre se sumió en una profunda depresión y se obsesionó como instruir al niño en el combate para que pudiese ser un buen rey y llevar al reino a la victoria. El príncipe había pasado muchos años sin su padre en palacio y lo que menos quería era ser rey y tener que luchar para poder llegar a vencer al reino con el que su padre se había sumido en una larga guerra.
Cuando llegó el día en el que el padre quiso abdicar, el rey dijo al príncipe que había llegado el momento en el que tenía que cederle el legado y que ahora todo dependía de él. El príncipe cuando escuchó esto se puso muy nervioso, no podía soportar la idea de entrar en batalla, de no poder vivir su vida, asique esa noche cogió un saco, metió el colgante que le dio su madre con el emblema del reino cuando era pequeño, la espada de marfil con la que había entrenado con su padre y el anillo de boda de su madre y se fugó al bosque.
El príncipe corrió durante toda la noche para evitar ser visto por los caballeros del otro reino y del reino de su padre. Los días iban pasando, y el príncipe se encontraba desorientado en el bosque, tenía lo básico para poder sobrevivir y siempre andaba con cuidado para que ninguno de los reinos le encontrase. Un día, una joven que iba a coger agua al río lo encontró durmiendo entre unos matorrales, la joven despertó al príncipe y le invitó a que fuese con ella para proporcionarle alimento, cobijo y trabajo. El príncipe aceptó, cogió su saco y siguió a la joven.
Cuando estaban a punto de entrar en la ciudad, el príncipe se dio cuenta de que el reino al que iba a entrar, era el reino con el que su padre estaba enfrentado. En ese preciso momento, se puso una capucha que le tapaba toda la cara para evitar ser reconocido por alguno de los guardias.
Mientras caminaban, el príncipe se iba dando cuenta que estaba cada vez más cerca del castillo de ese rey hasta que sin darse cuenta estaba ante las puertas de palacio. La joven le ofreció trabajo de camarero. El príncipe ya no podía negarse ya que levantaría sospechas después de llegar hasta aquí, así que aceptó la oferta.
La joven, que era la cocinera de palacio, se quedó asombrada con la facilidad que tenía el chico en desenvolverse con la realeza, así que decidió ofrecerle como uno de los camareros para los tres días de banquete y  fiesta real de la princesa del palacio por la búsqueda de un prometido.
El joven príncipe, tras escuchar la noticia, le pidió a la cocinera que si podía asistir después del banquete al baile y contemplar la belleza de la princesa. La cocinera no vio inconveniente en la petición del joven y aceptó con la condición de que llevase a la princesa un trozo de tarta al acabar el baile.
El príncipe cuando terminó de servir el banquete, fue corriendo a sus aposentos, se cambió de ropa, colocó su espada de marfil en la cintura, se peinó y se perfumo para el baile de celebración de la princesa. Cuando el príncipe entro en la fiesta, la princesa no pudo obviar su presencia. Disimuladamente, y poco a poco intentando bailar con todos los príncipes que habían asistido al baile, fue acercándose a nuestro príncipe con el que bailó durante un largo periodo de tiempo comparado con el  resto de invitados. La princesa y el príncipe no podían parar de asombrarse de la belleza que tenían ante sus ojos, pero la fiesta se acababa y el joven tenía que ir a poner la tarta a la princesa, así que cuando terminó la canción el príncipe salió corriendo.
Cuando llegó a la habitación de la princesa, dejó un platito con una porción de tarta y el anillo que le cogió a su madre y se fue tan rápido como había llegado. La princesa cuando fue a tomar su trozo de tarta se extrañó que hubiese un anillo al lado de la tarta, pero no le dio mucha importancia, solo podía pensar en ese joven príncipe con los ojos tan azules como el mar.
Al día siguiente, cuando terminó el banquete, el príncipe hizo exactamente lo mismo y se presentó en el baile. Esta vez la princesa no bailó con todos los pretendientes, si no que fue a buscar a ese príncipe al que no podía quitarse de su cabeza. Bailó con él durante horas pero al acercarse el final del baile el príncipe muy a su pesar tenía que obedecer la orden de la cocinera y subir a dejar a la princesa su tarta. No obstante, el príncipe decidió jugársela toda a una carta y subió a la habitación de la princesa a dejarla su trozo de tarta, pero esta vez dejo al lado del plato su espada de marfil y su colgante con el emblema de su reino.
Cuando la joven princesa fue a tomarse su tarta, se quedó paralizada. Esa espada era del joven príncipe del baile y ese emblema era el del reino enemigo de su padre. La princesa se había enamorado del príncipe al que su padre quería derrotar. Paso la noche y la princesa no durmió nada, no sabía que podía hacer.
En la tercera noche de banquete, tras empezar el baile, el príncipe no se cambió pero se quedó en la fiesta. La princesa le miró de arriba abajo muchas veces para comprobar que no era un simple espejismo o que sus ojos le estaban jugando una mala pasada, pero era él , aquel joven camarero era el príncipe con el que había estado bailando las noches anteriores, era el heredero al trono del otro reino.
La princesa, avanzo hacia el joven, se plantó delante de él y le besó. Pidió a su padre que le diera la bendición para concebir matrimonio con el príncipe del reino con el que estaban enfrentados y así poner fin a la masacre entre los reinos y poder vivir con el hombre del que se había enamorado. El padre aceptó tras escuchar a nuestro príncipe porque se fugó de palacio y el príncipe y la princesa pudieron vivir felices y acabar con la guerra que había dividido a los reinos durante tanto tiempo
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

FIN
TODA CLASE DE PIELES:
Este cuento es una adaptación del cuento de “Toda clase de pieles” que mantiene una estructura al cuento que escuchamos en el aula. Nombro alguna de ellas.

·         La madre muere
·         El protagonista en vista a asumir algo del que él( en este caso ) no quería se fuga al bosque
·         Mete en el saco tres objetos que tendrán relevancia en la historia
·         Llega a otra ciudad y conoce a un/a cocinera

No obstante he cambiado ciertos aspectos del cuento:
·         En vez de ser una princesa , es un príncipe
·         El joven no quiere ser rey , ni entrar en guerras
·         Le encuentra la cocinera en el bosque
·         Le da un puesto de camarero

·         La unión de los príncipes aparte de ser por amor, da la paz a los reinos enfrentados.

1 comentario:

  1. Está muy bien Para que esté perfecto, debo saber para qué edad has hecho la adaptación.

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